SUSCESOS DE LA VIDA
Siempre nos dicen por ahí: “¡No te preocupes, todo pasa!”, pero esto no siempre es tan cierto. Más bien diría que todo se aligera, que con el tiempo se aprende a soportar viejos dolores y algunos pesos. Qué el tiempo esconde y deja descansar algunas heridas. No todo pasa completamente y mucho menos lo que nos ha herido profundamente, de modo claro y decidido. Siempre lo recordaremos y será parte de nosotros, incluso cuando eso sea definitivamente parte del pasado. Todos hemos recibido golpes en nuestra vida, algunos de estos golpes pasan desapercibidos, no dejan huella, no sangran; pero hay heridas contundentes que lastiman hasta el alma, y cuando el alma duele, es muy difícil sanar esa herida y que las cosas vuelvan a ser como antes. Muchas veces, el proceso de sanación suele doler más que la herida misma. Cuando el proceso es bueno, las cicatrices ya no duelen y con el tiempo se mimetizan con el resto de la piel y casi no se notan, pero están ahí. Y lo estarán por siempre,